Noemí y Joaquín
Me gustaría empezar esta entrada presentando a Alicia a quien conocí este año en Albarracín y con quien tuve la suerte de hacer muy buenas migas. Además deser una persona alegre y encantadora resultó ser además una maravillosa amiga que se acordó de mí cuando su amiga Noemí le dijo que se casaba.
El único inconveniente era que Noemí y Joaquín se casaban en La Roda, Albacete. Pero claro, tampoco fue un problema y cuando decidieron contar conmigo me fui para allá ni corto ni perezoso. De hecho llegué la noche de antes para conocerles y planificar en mayor o menor medida la boda del día siguiente.
Lo que yo no sabía es que las bodas en La Roda son tan espectaculares; ni que duraban tanto, pues siendo una boda «de mañana» llegué al hotel a las dos y pico de la mañana, con más de tres mil fotografías de los más de doscientos invitados que asistieron y con quienes acabé congeniando hasta el punto de ser la boda donde, creo, que en más fotos aparezco junto a los asistentes.
Pocas palabras definen el encanto de Noemí y poquísimas lo sensacional que es Joaquín, quienes se dejaron llevar a todo lo que les pedía y me demostraron que no hace falta nada más que un poco de confianza para convertirse en amigos. Por no hablar de todos los demás, claro con quienes no pude terminar de fiesta porque estaba realmente tan agotado que cuando solté por fin la cámara casi me quedo en el sitio.
Tengo el placer, además, de contar en esta boda con una de las fotografías que más me ha emocionado de todas aquellas que he hecho. No digo que sea la mejor, pero sabes cuando una foto es «grande» cuando al verla empatizas con quien sale en ella y llegas a percibir una emoción tan grande que se te saltan las lágrimas. Está aquí, en este reportaje; pero no diré cuál es porque no quiero condicionar a nadie al verla (Noemí y Joaquín creo que sí saben cuál es), pero desde luego ha marcado un punto y seguido en todo aquello que quiero lograr en mis reportajes a partir de ahora.
Por ello, sólo espero que este reportaje, algo más amplio que los habituales, esté a la altura de todas las emociones que novios e invitados me hicieron vivir ese día con su humor, amistad y «buenrrollismo» y así poder las gracias como se merecen a Noe, a Joaquín y, muy especialmente, a mi amiga Alicia.