Patricia y Alberto
Me gustan las bodas de amigos. En serio. A veces se puede pensar que como vas a trabajar no puedes disfrutarla igual. Y yo creo que es mentira, porque si uno disfruta trabajando en una boda de (entre comillas, porque nunca lo son) extraños intentando sacar su lado romántico y humano, ¿cómo no me lo voy a pasar bien si además les saco el «lado cómplice» que te otorga la amistad para acercarte mucho más a los novios?
Pues con Patricia y Alberto es un poco lo que me ocurre; que no hay tapujos; que todo fue estupendo y que ellos son elegantes, divertidos y maravillosos, pero sobre todo amigos. Y la cercanía en estos casos se nota pues la confianza te hace abrirte de otra manera al trabajo y, por supuesto eso se termina notando.
Os dejo con el reportaje. Espero que os guste.